sábado, 16 de junio de 2012

La vida



Vivir temiendo a la vida
perenne y lenta agonía 
suspiros eternos marchitan
un fulgor de paz infinita

una triste letanía
de ominosas melodías
cuervos graznan rendidos
en el fin de un fin ya perdido 
mustios campos de trigo
óleos de amarillo renegrido


sueños despiertos 
sueños abisales
sueños inciertos
en el fin de la tarde


¿óbito súbito? nada fatídico 
eterna súplica en la órbita 
de este éxtasis onírico
transito este tránsito
caótico y efímero
con turbación y emociones vacías


si nada puede retornar,
llegar a ser lo que antes era,
nada logra sentido, 
en este sinsentido, 
en este reloj de arena

mar de lágrimas, nunca colmado
¡lágrimas pútridas! ¡sino malvado!
frágiles súplicas, de un desalmado 
desoye el albur*, siempre despiadado


camino sin miedo, donde el color expira
camino sin miedo, sólo temo a la vida
camino sin miedo, donde el dolor expira

tonos vivaces se funden en negro
pensamientos se nublan, también mis recuerdos
todo lo que amé, todo se esfuma
todo el cariño, amor y ternura

mueren mis honras, viven mis pecados
mueren mis dichas,  viven mis fracasos

llego al final, las luces se apagan
nadie recuerda esta obra que acaba
nada de aplausos, público que aclama
tu nombre reside sólo en tu fama   


fin de este drama, que tu sólo sufrías
sólo tu disfrutabas, sólo tu soportabas

vives solo, sufres solo
gozas solo, mueres solo
te duele a tí, nadie comprende
gozar o sufrir, de tí solo depende









Cuervos sobre un campo de trigo,  de Van Gogh.
Fue la última obra antes de quitarse la vida con un disparo,  después de dos días de agonía y sufrimiento.
Amarillo, su color favorito, como los girasoles, su planta.










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